lunes, 10 de enero de 2011

Movida 102: Cosas que yo tengo y vosotros no (XIII).

¡Más, más, más!


Borja Crespo, de profesión “todo lo que tenga que ver con la cultura en todas sus variaciones” se enrola en esta colección de objetos por partida doble:

"En la imagen, sobre el gotelé infernal de la pared, ese invento del demonio, hay colgados dos ejemplares de GARBAGE PAIL KIDS, conocidos por estos pagos como LA PANDILLA BASURA. Me flipaba la colección de cromos, que por supuesto completé. Era una parodia pringosa, gore y escatológica, una versión políticamente incorrecta de las famosas muñecas repollo que lo petaron en los 80 (menudo concepto). Creo que compré los juguetes en mi visita a Los Ángeles, y, como puede apreciarse, no han salido del envase. Suelo colgar en la pared algunas figuras con su envoltorio, una manía de tantas. El síndrome de Diógenes te lleva a tener que hacer estas cosas, ahorras espacio, y así, de paso, ves tus pertenencias de culto, tu mundo, el planeta imaginario, una realidad paralela... Algunos sí salen del envoltorio, como éste Pitufo Negro impagable que pillé en Taipei. Volví de Taiwan y Hong Kong con una maleta repleta de toys y mierdas. 25 kilos de cultura basura y popular. Una maravilla. Tiré la ropa y metí todo lo que pude. ¡Puto enfermo!"


Eva Bordas, quiere tener una piara:

“Hace ya muchos años, cuando todavía jugábamos en el pasillo con la pelota blanda de fútbol (que, por cierto, eso es otra reliquia digna de este espacio), tenía una colección de huchas. Todas ellas regaladas en cumpleaños, por lo que no les tenía un aprecio demasiado especial. Aunque se lo hubiera tenido me habría dado igual, porque indiscriminadamente las rompía todas, sin querer, mientras decía con voz lastimera "perdón, perdón, perdón".

Fue en aquellos tiempos cuando apareció el objeto más extraño y peculiar de cuyos objetos hubieran existido jamás: la hucha de barro cocido en forma de cerdito.

Tenía una forma circular que lo hacía único. Con toda ilusión y decidida a no volver a romper una hucha jamás, conseguí ese animalito. Pero... ¡oh, cruel destino! Mis esperanzas volvieron a ser destruidas.

Con el corazón en un puño, busqué recambio por todos los rincones del planeta. Pero no encontré nada igual ni parecido. Entonces, mirando al infinito, exclamé: "¡A Dios pongo por testigo que nunca volveré a romper una hucha!". Desde ese momento para honrar a aquel difunto tesoro de lodo, cada vez que encuentro un cerdito especial lo guardo para mi colección.

El que mando fue el primero de ellos y al que más cariño le tengo porque se parece mucho al primer cerdito, solo que en pequeñito.”


Y los demás, ya sabéis: foto y explicación a lasmovidasdedaniel@gmail.com

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