miércoles, 18 de febrero de 2009

Movida 17: Crónicas desde la Costa Marrón (IV) La ciudad como centro y origen de todo

Siempre se ha dicho que la vaca es de donde pace y no de donde nace.
Una chorrada como otra cualquiera pero que, aquí y ahora, me viene al pelo.

Complicado sería hablar de gentes sin hablar de sitios.
Podría mencionar el contexto histórico, social o cultural pero, la verdad, a los de Fuenla nos la pelan todas esas mariconadas. Porque a los de Fuenla sólo nos importa una cosa: Fuenla.

Y más en estos momentos en los que todo apunta a que esta ciudad es la verdadera y única causa de la crisis que nos embarga. Veréis, veréis:

Muchos seguiréis pensando que la culpa es de los bancos o de la inflación. Nada de eso. Error. Caca.
Analicemos, ¿cuál es el origen de todo? Claramente, el problema “del ladrillo”
¿Y en qué consiste este problema? En que en estos últimos años su precio se ha disparado.

Bien. Quedaos con esto.

Seguimos. (AVISO: para entender esto hay que tener el graduado. Si no es tu caso, levanta la mano y al final de la clase te lo explica algún compañero con un dibujo). Las más elementales reglas del mercado nos enseñan que con poca oferta y mucha demanda, el precio sube.

Más. A estas alturas de la película ya podemos afirmar, pues, que el precio del ladrillo ha subido porque la oferta es poca (hay pocos ladrillos o no son suficientes, vaya).

¿Y por qué hay pocos ladrillos? ¡Y aquí está el quid de la cuestión! Pues hay pocos ladrillos porque tooodos y cada uno de los ladrillos que el ser humano ha creado en los últimos treinta años están puestos en Fuenlabrada.

No sabemos por qué. Algunas teorías afirman que esto es parte de un malévolo plan para conquistar el mundo. Otras aseveran que “ladrillo” viene del latín no sé qué que significa mola-que-te-cagas y que por eso Fuenlabrada mola-que-te-cagas.
E incluso hay una leyenda que dice que la ciudad fue fundada por el tercer cerdo de “Los 3 cerditos”, ya sabéis, el único que no fue tan gilipollas como sus hermanos de construir una casa con materiales de mierda (paja y palos. ¡Venga, coño!).

Total, que nos importe o no, el entorno influye y es causa de fuerza mayor que cualquier persona que crezca rodeada de ladrillos (¡de todos los ladrillos del mundo!) acabe regulera.

Pues eso, hablado queda.

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