miércoles, 13 de enero de 2010

Movida 66: Rimembar (IV) El deporte rey.





Yo vi jugar al Buitre. Yo vi a Futre cuando ver a un señor que era de otro país, aunque fuese Portugal, todavía resultaba exótico. Yo tenía cromos del Burgos y del Castellón cuando jugaban en Primera. Yo me tragaba todos los resúmenes de todos los partidos de cada jornada. E incluso, los resúmenes de los resúmenes (cuando empezó “Sólo goles” y sus reportajes Triple Destilación fue la bomba). Yo era todo un madrilista. Yo alguna vez me fui cabreao a la cama sin cenar por culpa de algún delantero. Yo siempre quería jugar por la izquierda , aún siendo diestro, porque Amavisca jugaba por la izquierda. Yo aparecía en el colegio con la camiseta “verdadera” y era el rey. Yo envidiaba a todos los que aparecían con la sudadera de entrenamiento o el chándal verdadero. Yo viví el Mundial del 94 y la Eurocopa del 96 como si la vida me fuese en ello. Yo hacía banderitas para ver los partidos. Yo fui al Bernabeú con la esperanza de que algún jugador se lesionase y el entrenador me llamase a mi. Yo compraba el Don Balón durante el verano “para ver qué tal iba el mercado de fichajes”. Yo iba rápido al kiosco el día después de algún encuentro épico (con resultado favorable) a pillar el Marca o el As antes de que se agotase. Yo le daba mucho la brasa a mi familia con el tema. Yo viví el debut de Raúl a sus 17 años y pensaba que a mi también me podía pasar pese a no haber estado apuntado a un equipo de fútbol jamás. Yo ponía malas caras a los profesores si te enchufaban algún examen (de mierda) el día siguiente de un partido de Liga de Campeones (a lo mejor tú no has vivido esto. ¡Haberte hecho de un equipo de verdad, joé!). Yo experimenté algo parecido a lo que sintió Santa Teresa de Jesús cuando comprendí cómo iba lo del fuera de juego. Yo intentaba ser delantero chupa-goles y trataba de escaquearme de ponerme de portero. Yo me hubiese alistado en el ejército como voluntario en caso de guerra contra Italia con tal de defender la nariz y el honor de Luís Enrique. Yo era escuchar la música del previo del Plus (la de Desafío Total) y amorrarme a la tele. Yo iba de chulito porque sabía que el Atlético de Madrid antes se había llamado Atlético de Aviación. Yo coleccionaba todo lo coleccionable sobre el noble arte del balompié. Yo, echando cuentas, abría más veces a lo largo de un año la Guía de la Liga que cualquier libro de texto. Yo dibujaba escudos de memoria. Yo, siempre que íbamos de visita a alguna ciudad, necesitaba ver el estadio de fútbol. Yo, mira tú, nunca supe sonarme los mocos como los futbolistas (aunque lo intenté). Yo tenía más pins e insignias que un teniente coronel. Yo odiaba los balones Mikasa. Yo hice que me comprasen unas espinilleras porque eran fun-da-men-ta-les para mi seguridad sobre el terreno de juego. Yo siempre vi un parecido más que razonable entre Buyo y Schwarzenegger. Yo quería que mis hermanas comprendiesen la grandeza de este deporte. Yo… yo era un niño del montón, vaya.

2 comentarios:

  1. Hijo, doy fe como tu madre que soy que todo lo que has escrito es verdad. Pero no toda la verdad, a pesar de las múltiples fotografías que muestras y lo que explicas en adorables términos: NO HAS CONTADO NI ENSEÑADO LA CANTIDAD DE PINES, sobre señores futboleros , que "lucen" en mi frigorífico desde hace años y que forzosamente he cuidado con esmero largo tiempo. Yo, agradeciéndote la confianza que depositaste en mi persona estoy dispuesta a devolverte para tu casa los pines de tan entrañables personajes que tanto han aportado a nuestro país y con los que tú, en su fabricación , perdiste tanto tiempo. Ya no te sacrifiques más que yo te los devuelvo con todo mi cariño. La mamma.

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  2. Madre, hay cosas que es mejor dejarlas en su sitio.
    ¿Te imaginas que pusiesen la catedral de Burgos en Guadalajara?
    Es impensable.
    Pues lo mismo con los imanes.

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