jueves, 17 de diciembre de 2009

Movida 63: una vez en la arradio...

Los más viejos en el lugar ya conocéis mi afición por la radio y el control sobre sus líderes de opinión (movida 41) pero, la mayoría, no sabréis que yo también tuve mis propios dos minutos de gloria hace un par de años.
Os cuen:

Resulta que antes, no sé si aún dura, en La Ventana (el programa que emiten en La Ser de 16 a 19 horas) había una sección que se llamaba "La Ventana de Millás". En esta sección, que conducían a dos voces Gemma Nierga y Juan José Millás, proponían de una semana para otra un tema sobre el que los radioyentes (que les viniera bien) podían escribir un relato corto, enviarlo y, si la cosa les molaba, esperar sentados a que lo leyesen en antena. Vale, guay.

Total, que di tú que estaba yo "al loro" (esta expresión mola infinitamente más que un lince y también está en peligro de extinción. ¿Por qué nadie hace nada por protegerla?) cuando dijeron que el tema a desarrollar era "Los Costureros" y me acordé de una cosa que se me había ocurrido hacía tiempo.

Cogí el ordenador, le di un poco de forma a la cosa (con un resultado un tanto moña, he de reconocer) y lo mandé. Pasados siete días... ¡tachín, tachín!... ¡lo leyeron!

¡Les gustó y lo leyeron!
¡Subidón! ¡Subidón!

P.D. El programa tiene unos 600.000 oyentes, dentro de los cuales, eran conocidos míos: 0
Jo...


LA COSA (el camino me pareció interesante y resultón para que fuese algo diferente a los demás, el resultado, ya os he dicho antes, quedó un poco cursi. Aún así, coló):


¿POR QUÉ SONRÍEN LAS DANESAS?

Hace ya un par de veranos, en Benidorm, conocí a una joven danesa.
Ella era rubia, tenía la piel de un color entre rosa y rojo y hablaba raro.
Hasta aquí, todo normal.
Lo que no lo era tanto, o al menos a mi no me lo parecía, era que siempre-siempre estaba sonriendo.
¿Por qué? No había motivo.
Dejé de verla, pasó el tiempo, y, de repente, un día, sin buscarlo, comprendí:
Los daneses son famosos, sobre todo, por sus galletas, esas que vienen dentro de una cajita metálica azul.
¿Y para qué sirven estas cajas cuando mis tías se las comen todas?
¡Ahora lo entendía todo!
Ella sonreía por nosotros. Sabía que, gracias a sus cajitas de galletas, todas nuestras mamás encontraron un lugar donde guardar los hilos, alfileres y tijeras y liberar sus manos para educarnos y cuidarnos y hacernos capaces de inventar este país en el que ahora a ella también le tocaba vivir.
Por eso, ahora, cada vez que mi madre saca la cajita para arreglar unos calcetines o los bajos de los pantalones que mis hermanas se empeñan en arrastrar por el suelo, me acuerdo de porqué sonríen las danesas.

4 comentarios:

  1. Cuando tenga hijos, si algún día cae... pienso contarles etsa bonita historia antes de dormir. Bravo viva y olé!!!

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  2. "Anda, déjate de mierdas y cuéntanos algo en lo que salgan los Pokemon"
    Esto es exactamente lo que te dirán tus niños del futuro.

    Pero yo te digo hoy:
    ¡Eres más majo que las pesetas!

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  3. Hola soy la danesa de la que hablas y la verdad es que me acababan de poner los brackets lo cual me obligaba a mantener esa mueca. Pero me encanta haberte servido de inspiración ;-)

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